Internet en perspectiva histórica
Nadie discute que internet acabará siendo el medio de comunicación hegemónico. Es más, gracias a su plasticidad podrá parasitar hasta extremos no vistos a los otros medios: televisión, radio y prensa escrita. Si este trasvase no se ha producido no es por limitación tecnológica, sino por intereses de los grupos sectoriales dominantes. En la Revolución Industrial allá en el siglo XVIII y en Inglaterra, estos grupos estaban con la Revolución, hoy muchas veces están en contra de internet. Tres ejemplos: el caso de la no venta de libros en formato electrónico, la televisión a la carta, o el declive de los periódicos que parece hacerse patente cada vez más –tanto económica como en calidad periodística–.[1] Internet tiene tanto potencial como complejidad tienen en la actualidad las sociedades humanas, y en muchos aspectos puede compensar las «limitaciones» de la sociedad industrial. Pero a estos grupos de poder no les interesan la innovación y revolución que supondría internet si se desarrollará sin impedimentos, dentro de los límites del sentido común. Eso sí, las épocas históricas cada vez duran menos, y si la Edad Contemporánea tiene que acabar, internet tendrá un papel destacado en su finalización.
¿Es internet o somos nosotros?
Ahora bien, dentro de este fenómeno –y de la tecnología en general– es muy común achacar características a internet que en realidad no le pertenecen intrínsecamente, sino a los usuarios detrás de las pantallas. Es muy típico escuchar: internet es malo para la pederastia, malo para las relaciones sentimentales monógamas, malo para ligar, malo para informarse, malo por la adicción que crea… Un sinfín de críticas que más bien deben estar dirigidas hacia el pederasta, para el infiel, para el ligón de turno, para el desinformador... no aparece con tanta asiduidad ni con el mismo tono despectivo comentarios como que la iglesia es mala para la pederastia, los telediarios malos para informarse, el bingo y el alcohol malo para la adicción, o que el putañero no es el responsable sino los burdeles de su infidelidad.
Otro caso «tecnológico»
Con la tecnología derivada del legado de Einstein se pueden fabricar tanto bombas atómicas como crear energía eléctrica, pero la utilización no es una cualidad de la tecnología o de la ciencia sino de los usuarios y promotores que decidieron lanzar dos bombas atómicas sobre Japón y sesenta años después poblar el país de centrales nucleares. Estos son los responsables y no la tecnología o la ciencia; parece una obviedad, pero muchas veces se habla de internet como si tuviera una intencionalidad malévola o cuando no, es considerado como inútil o superficial.
Internet, como en la vida misma
A los que defienden o pasan mucho tiempo en internet se les acusa de no tener vida social. Yo les enseñaría algunos perfiles de redes sociales, con decenas de miles de visitas, veréis como a estos no les acusan de tener poca vida social. También se crítica lo estéril que resulta las críticas de los internautas. Hasta antes de la crisis rara era la excepción donde las redes sociales no fueran un terreno de abono del culto a la imagen y del hedonismo. Ahora estas redes sociales están salpicadas por plataformas de movilización ciudadana, algunas con bastante éxito, que afrontan su prueba de fuego en las manifestación convocada el 15 de mayo. A los cambios socioeconómicos, le han seguido los cambios en internet; esto apunta que es solo un medio, no un mundo paralelo, un reflejo de quiénes somos y un forma para potenciar quiénes somos. El problema no es el medio sino el quiénes somos.
Internet es mi medio, algunos lo definen como un ente irreal, apartado de la vida que realmente importa, la vida de carne y hueso. Yo, en cambio, diría que internet es la representación digital de nuestro mundo. Un lugar donde hay revolucionarios en ciernes y masas idiotizadas, como en la vida misma.
[1] http://www.elconfidencial.com/comunicacion/2011/prisa-contratar-periodistas-lowcost-reinventar-pais-20110331-76854.html. Y para la calidad periodística leer algún libro de P. Serrano, aconsejable empezar por Desinformación.