Paradojas del circo
El Marca narra una riña de enamorados |
Qué de vidas rellena el fútbol sin tener que jugarlo, con televisión, periódicos y discusiones en bares, barrios y trabajos. Es la gran paradoja del deporte-espectáculo, disfrutamos de nuestro rol pasivo interpretando un rol activo. Otra: sus acólitos menospreciamos al mundillo rosa (televisión y prensa del corazón) por ridículo, mientras tenemos nuestra versión «masculina» aun con más éxito, y encima revestida de un toque de reputación. Un ejemplo representativo lo veo en mi biblioteca. Podemos encontrar el Marca y el As pero no encontraremos ninguna revista del corazón, ¿se piensa acaso que estos periódicos tienen mayor catadura cultural o periodística que un Hola? Es la misma basura desinformativa, los mismos cuchicheos con otros sujetos y las mismas noticias que no afectan a nuestra vida diaria sino es por medio de lo irracional de la profesión futbolera. Sin duda, estos circos han suplido el hueco que la religión ha dejado en las sociedades actuales.
Y de aquí la tercera paradoja, cuando los aficionados blasfemamos al cielo por «nuestras» desgracias futboleras, como si los jugadores fuesen dioses de carne y hueso y sus malas acciones recayeran sobre nuestro mundo terrenal, incluso al marcharse a otro club. Cuando esto sucede (aunque parece que en la tele ya no se promociona tanto) el despectivo «mercenario» sigue siendo uno de los pocos insultos con raciocinio. Pero la realidad es que los futbolistas son personas como cualquiera. Si nos ofrecen un trabajo mejor por mucho que hayamos velado por nuestra empresa cogeremos el tren al pasar. Es cosa simple, cuando hablemos de los futbolistas pensemos en nosotros mismos: jugamos trabajamos por dinero. Por otra parte, es la sociedad la que dictamina que su talento es digno de fortuna y admiración. Por ello, los futbolistas no son deudores de nadie, ni de su afición; a pesar de las vanas 1001 alabanzas para 1001 mejores aficiones del mundo. Lo importante es que los espectadores paguen por ver «semejante espectáculo» de cualquier manera, sobre todo mediante publicidad que es lo que mueve al mundo del fútbol.
¡Hoy, mañana y siempre con el Barça en el corazón!
Ahora el Barça es el club con más admiradores. Su forma de jugar y ganar propicia que se le atribuyan valores encomiables, como un modelo a imitar más allá del fútbol. El circo del Barça parece sintonizar con la «moda» del desarrollo sostenible: fichajes «no muy caros», cantera, amor por los colores, compañerismo, trabajo en equipo, humildad, sencillez. Pero… ¿¡qué coño!? el éxito del Barça es un éxito profesional: empresarial y deportivo, nada más. Y entra dentro del capitalismo puro y duro, nada de sostenible. La morralla que es la opinión pública (mass media + marketing + ignorancia) se encarga de vanagloriar el éxito del Barça.
Para empezar, con el fenómeno de la liberalización económica es más fácil ver a futbolistas saltar de club en club y a los mejores del Tercer Mundo jugar en Europa entre antes mejor. Se alaba que el Barça sea todo cantera, fichar desde la infancia es digno de elogio. Pero esto es fichar a estrellas a precio de saldo agravando las diferencias en el fútbol. Un ejemplo canario, Pedrito, ni siquiera pasó por el Tenerife (club que estará la próxima temporada en 2ºB).
Además, que la mejor generación de jugadores españoles sea la del Barça actual no quita para que el club no cuente con fichajes a base de talonario, uno estrepitoso fue el de Chigrinski por 25 millones de euros. Hay que recordar que el Barça se gasta mucho más en fichajes que cualquier equipo en España –menos el R. Madrid claro está– y está entre los primeros del mundo en gastos por fichajes como en fichas anuales. Es fundamental para el modelo del Barça que sus jugadores cobren cifras de primer caché mundial y tenga proyección de club mundial, como equipo de gran ciudad que es y los intereses que mueve. Se pone el énfasis en la cantera, pero se obvia que por mucha cantera que haya sino hay millones detrás el proyecto no tendría consistencia; fue el caso del grandioso Ajax de mediados de los 90 que se desgranó al no contar con estos dos factores, precisamente muchos jugadores recalaron en el Barça. El fútbol profesional es dinero, el éxito del Barça viene de este dinero. Para colmo la imagen de los jugadores del Barça es de humildad y sencillez. Habría que comprobar esta humildad y sencillez en cada uno de sus bienes y en sus estilos de vida… menuda hipocresía. Si esta gente es humilde, ¿la gente de a pie donde queda en la escala de humildad?
Lavando la camiseta
Y es que el Barcelona es emisor del mayor ejercicio de cinismo que haya visto en el mundo deportivo: la publicidad de Unicef y Nike en la misma camiseta, unos que se dedican –en teoría– a salvaguardar a los niños y otros que se dedican –en la práctica– a esclavizarlos. En cambio, la nueva publicidad de Qatar foundation es más coherente con el logotipo de Nike. El Estado qatarí ha creado esta empresa, recordemos algunas de sus características: apostar por la pena de muerte para homosexuales, leyes de corte esclavista para extranjeros, exterminio de los judíos y total sumisión de la mujer al hombre. Pilar Rahola define este acuerdo como: «Una compra en toda regla de los valores deportivos de un club a favor de la apología de una tiranía islámica». En mi opinión, estos valores si han existido se perdieron hace mucho tiempo. Os adelanto que esta interpretación no la veremos en Cuatro y sus Manolos Desinformadores. En estos años, rumbo al Mundial Qatar 2022, veremos cómo se santifica a una de las peores dictaduras del mundo aliada de las potencias occidentales.
No es coincidencia la elección de Qatar. El Barça es la cara bonita del fútbol, como lo es o lo fue el PSOE en política. Desde hace tiempo ha sido así. Al Madrid se le vincula con el franquismo lo que no se menciona tanto es que la cúpula del Barcelona también confluía con la dictadura. La diferencia con el PSOE es que una persona mínimamente bien informada hoy en día sabe que intereses defiende este partido, pero no el Barça. Me llamó la atención el perfil social de un militante activo de IU, universitario, en donde se mostraba «orgulloso de ser culé», entrelazando imágenes de su perfil del Barça con parodias del bipartidismo. Lo que quiero ejemplificar es que el peor riesgo que corremos con este Barça no es el gastarnos una pasta en una camiseta hecha por esclavos, el peor es el lavado de cerebro: el riesgo de pensar que el Barcelona es digno de elogio más allá de lo deportivo, que no es capitalismo a ultranza, de justificar inconscientemente la desigualdad socioeconómica del mundo y, ahora además, el riesgo de considerar a Qatar como un rico país que no sabe dónde gastarse el dinero –como si fueran tontos ricachones o filántropos– en no ver el lavado de cara que se disponen a realizar mediante Qatar Foundation y el fútbol.
El origen del problema radica en no darnos cuenta como está todo relacionado: la política, la economía, la cultura, incluso el fútbol, todo interacciona en la sociedad global. Algunas veces nos mostramos desafiantes contra la degradación del sistema, sin considerar que actuamos acorde a esta degradación el resto del tiempo. Y con esta dinámica, el carisma del Barça está intacto más allá de discusiones de patio de colegio.
Revestidos de este carisma, los jugadores del Barça saltarán al campo con el escudo de un club que se dedica a ser el opio del pueblo, con el logo de una empresa que basa su negocio en la externalización de la esclavitud, y ahora también con el nombre de una de las dictaduras más infames del mundo. Como en la ONU, en la camiseta del Barça Unicef quedará a la altura del culo.