Hace más de dos años, en mi primera entrada, hablaba
de la situación de la universidad. Responsabilicé en buena parte al profesorado
por el descenso formativo y proponía dos soluciones desde el ámbito
universitario; una deseable y otra no tanto. La puesta en práctica de alguna de
ellas significaría, desde mi punto de vista, un vacío de aulas. Vacío de aulas
que a la postre sería saludable para la educación en España. Al final, se ha
impuesto una vía desde fuera del ámbito universitario: vuelta al siglo XX,
quien tenga dinero que estudie, y el resto que se aguante (con matices, que todavía
sigue existiendo un sistema de becas…).
Las consecuencias de la imposición de la nueva
legislación en materia de becas y tarifas universitarias han explosionado en las redes sociales. Ha
sido a través de una epistolar digital
de un profesor universitario, relatando el caso de un alumno que sobresale,
fuera de lo común, por su pasión y dedicación a la ciencia. Pues resulta que no
tiene medios económicos para pagar la matrícula.
Los análisis y comentarios al respecto centran el foco
en los recortes actuales, pero no se hacen retrospectiva: se peca de
superficialidad, las causas se centran en la nueva legislación de becas y
tarifas; y también de parcialidad, ya que culpa a las políticas de recortes del
PP y exime a las del PSOE, entre otros “salvados”.
Estos recortes, ¿sobre qué situación se aplican? Esta
pregunta es importante responderla por diversas cuestiones, y se está omitiendo
en el discurso anti-recortes. Parece cantado que se aplican sobre una situación
universitaria insostenible y, por qué no decirlo, corrupta. El PP ya tiene la
justificación perfecta para los recortes. De alguna forma parece que han dejado
empeorar la situación hasta que el caldero se rebozara, para luego poder hacer lo
que les da la gana.
1. Burbuja
universitaria: insostenible porque España llevaba una tendencia de
población universitaria que casi doblaba a la Alemania (38% vs. 22% de jóvenes
en 2005). Más grave el ejemplo si tenemos en cuenta las características de
ambos países; somos un país terciarizado donde la oferta de trabajo no se
caracteriza por la cualificación. Con la crisis menos. Por otro lado, hasta fechas
recientes, la tasa de desempleados universitarios era bastante menor que la de
formación inferior, pero con la cada vez más acuciante burbuja de
universitarios, estos comenzaron a estar abocados al paro, a la emigración o a
trabajos no cualificados. De 2007 a 2011 la tasa de titulados en paro se
duplicó en España, el 12,4% frente al 5,2% de la UE. Para apuntillar, el
polémico Niño Becerra sitúa en un 5-10% a los universitarios que tendrán buenos
trabajos en el futuro.
2. Titulitis: insostenible porque a día de hoy importa más
el título que lo que hayamos aprendido; representado en que vale lo mismo un
título obtenido en 10 años con media de 5, que uno obtenido en 5 años con media
de 10. Fíjense: obtener un 10 en el expediente académico en unas oposiciones al
profesorado solo supone 0,5 de diferencia con otro alumno que obtenga un 6 de
nota media. La misma puntuación que te dan por un cursillo de una tarde. Parafraseando un comentario que me llamó
la atención: “Cualquier estudiante que no pueda estudiar es un drama”. Pues
oiga: No, ni mucho menos, al menos si entendemos estudiar como tener formación
universitaria bajo estas circunstancias. Por otra parte, en una sociedad
desarrollada ha de haber todo tipo de profesionales que sean valorados por su
trabajo, y la mayoría de ellos con nuestro modelo económico no deben ser
universitarios. Camareros, obreros, fontaneros, técnicos en energías renovables
ya puestos a innovar… Algunos aducen que se quiere atolondrar al pueblo, pero
parece demostrado nuestra sociedad de universitarios no ha servido para que vivamos
en una sociedad donde la cultura y el
amor al conocimiento sean los valores máximos por la cual se rija un sistema
social basado en la meritocracia del esfuerzo. En otras palabras, en la
universidad no se desarrolla conciencia social necesariamente.
3. Titulitis
+ burbuja universitaria: mal que nos pese, nuestro modelo de “todo el mundo puede estudiar” ha
obtenido un resultado negativo: bajo nivel formativo, depreciación del esfuerzo
y saturación de titulados mediocres. En España tras décadas sin dictadura hemos
alcanzado los primeros puestos mundiales en deportes, en número de turistas, en
trenes de alta velocidad y en el matrimonio homosexual pero en universidades… Una puta mierda. Ninguna entre las 200
mejores. Imagínense este resultado en fútbol o en cualquier otro deporte
popular. No creo que se extrañen al comentarles los siguientes casos verídicos:
estudiantes de humanidades que terminaban su carrera en 8-9 años, cuando lo
propio era en 5, simplemente porque no estudiaban y tenían una situación
cómoda. Alumnos que pedían la beca compensatoria (bajos recursos económicos) y
luego pasaban olímpicamente de las clases. Alumnos en facultades de magisterio
que se matriculan porque es una carrera fácil y con corte de nota bajo, supuestos
futuros maestros que copian en los exámenes y a duras penas los aprueban;
encima ante tal avalancha de esta tipología de alumnos la facultad quiere
ampliar sus aulas. Desde la perspectiva institucional, la proliferación de
universidades no ha sido criticada de forma abierta como la de aeropuertos. A
los profesores universitarios les ha venido de perlas, han consagrado un buen
trabajo con buenas condiciones laborales. Datos clarificadores: en 1995 había
51 universidades en España, en 2013 hay 81. En 1995 había 1.446.472 estudiantes,
en 2013 hay 1.469.653. ¿De dónde salen las 30 universidades? Recuerdo que el
principal gasto de la universidad es el laboral y el segundo es el de
“investigación y mejoras”, donde con escarbar un poco vemos que la corrupción y
el clientelismo están a la orden del día (obtener réditos del sector público en
beneficio propio, prevaricar, clientelismo, compritas, viajes, plagios…).
Culpabilizar al PP, implícitamente conlleva a exonerar
al PSOE. Cuando la situación educativa actual es un problema de fondo,
estructural; hace 25 años que la educación en España viene dando bandazos como
en ningún país “desarrollado” de Europa, observable en las leyes educativas. Si
centramos la culpa en el PP damos credibilidad a este sistema bipartidista: el
PP tiene la culpa, por lo tanto el PSOE la solución.
Algunos responsabilizan y tratan de ignorantes y
tontos a los votantes del PP. En 2011 un 32% de la población votó al PP, otro tanto
votó al PSOE, que es el ala izquierda del mismo pájaro de mal agüero. Y otro
tanto no votó permitiendo que este sistema se perpetúe, así que según como se
mire todo el país es cómplice… ¿vivimos en un país de tontos? ¿O será que
estamos ante una hegemonía que se ha ido construyendo en 30 años?
En conclusión: todos los indicios apuntaban a que
antes o después el número de estudiantes universitarios tendría que reducirse
en España. La universidad no ha llevado a cabo la reducción, finalmente ha sido
el PP. ¿Qué esperaban, perpetuar la situación ad eternum? Por lo pronto, la educación no universitaria se va
salvando… pero ya se observan los primeros pasos para su desmantelamiento de
forma encubierta, poco a poco, no se enrabisquen en demasía. Prepárense
profesores, prepárense… se os acaba el
chollo. Espero que esta situación tenga una consecuencia positiva: estudiar
sea sinónimo de progreso social. Lo malo: a lo mejor hay que esperar 50 años
para verlo.