Luego lea.
Si se ha decantado por una
opinión positiva, está en sintonía con la mayoría de los canarios. Podría usted
haber pensado: «Gracias al turismo podemos salir adelante» o «Si no fuera por
el turismo dónde estaríamos». Pero, ¿es incuestionable esta visión mesiánica
del turismo? Con la crisis se nos abre una nueva perspectiva histórica en la
cual se confirma que el turismo no es la solución para los canarios, al menos,
no este turismo. Debemos terminar con
la idealización del turismo en Canarias. El turismo, nuestro gran maná, se ha
convertido en nuestra adicción, en nuestro mal holandés (1).
Por goteo fui madurando
esta entrada, tras experiencias propias y experiencias ajenas. La gota que
colmó el vaso: dos de mis amigos estudian Turismo, los dos tienen planes para
emigrar este año; otro amigo, que trabajaba en un comercio turístico, también
ha decidido emigrar. Contrastado con los últimos datos oficiales: 115.390
canarios ya viven en otro país. El turismo no ha impedido que tengan que abandonar
las islas afortunadas, donde todo el
mundo quiere vivir. Es toda una paradoja.
Según periódicos y demás
mercenarios de la desinformación la solución es: ¡Qué vengan más turistas! No
sabemos para quién, pero esta es la solución. Diez millones de turistas al año
y el paro más alto que nunca: ¿cuál es el objetivo? ¿Con qué cifra de turistas se
acaba el paro en Canarias? En cambio la emigración se publica por lo bajini, multitudes
de canarios se vuelven a ir a Sudamérica o Europa ¡qué feo quedaría! Y es que en
Canarias, como en otros lugares, tenemos esa doble extraña visión que se
complementa y acepta de buen grado –al menos aquí–. Por un lado pervive la
visión de las islas afortunadas, de un medio natural estupendo; y por otro lado,
se impone la visión de la pobreza como un mal endémico de la población canaria.
Pero, si tenemos este medio geográfico tan propicio y tan bien explotado: ¿por
qué hay tanta pobreza? Y aquí volvemos al
turismo, nuestro motor económico, (un
70% de la actividad económica).
Antes que nada, para distanciarnos de una problemática tan compleja es mejor retrotraerse al origen para explicar, al menos, parte del estado actual del fenómeno. El turismo de masas en Canarias empezó en los 60´. Para situarnos en un caso concreto, en Gran Canaria la zona a explotar pertenecía mayoritariamente a un aristócrata. Antes de llegar a convertirse en conde, en 1961 convoca a concurso el proyecto de explotación. A este acudieron proyectos internacionales, ganando la opción más sostenible con el medioambiente. Pero pronto el curso de los acontecimientos llevarían al concurso a subsistir como una justificación, un esnobismo. El proyecto ganador se vació de contenido; la masificación del cemento ganaría la mano propulsada por la connivencia del poder político insular y empresarios extranjeros y locales, amparados por la rentabilidad en el corto alcance. Este ha sido el modelo de la explotación turística canaria: Sabemos que algo está bien hecho, pero vamos a retorcerlo para ganar más dinero. Modelo corrupto hasta la médula, amparado por los medios de comunicación que no han cumplido con su labor de denunciar la corrupción política-empresarial, el rentismo y la falta de miras. De señalar que otro modelo es posible.
Antes que nada, para distanciarnos de una problemática tan compleja es mejor retrotraerse al origen para explicar, al menos, parte del estado actual del fenómeno. El turismo de masas en Canarias empezó en los 60´. Para situarnos en un caso concreto, en Gran Canaria la zona a explotar pertenecía mayoritariamente a un aristócrata. Antes de llegar a convertirse en conde, en 1961 convoca a concurso el proyecto de explotación. A este acudieron proyectos internacionales, ganando la opción más sostenible con el medioambiente. Pero pronto el curso de los acontecimientos llevarían al concurso a subsistir como una justificación, un esnobismo. El proyecto ganador se vació de contenido; la masificación del cemento ganaría la mano propulsada por la connivencia del poder político insular y empresarios extranjeros y locales, amparados por la rentabilidad en el corto alcance. Este ha sido el modelo de la explotación turística canaria: Sabemos que algo está bien hecho, pero vamos a retorcerlo para ganar más dinero. Modelo corrupto hasta la médula, amparado por los medios de comunicación que no han cumplido con su labor de denunciar la corrupción política-empresarial, el rentismo y la falta de miras. De señalar que otro modelo es posible.
La erosión turística de
San Agustín es patente, y en esos visos está Playa del Inglés (los edificios e
instalaciones son propias de mediados del siglo XX, y ya han empezado a cerrar,
residencializarse o resultar patéticamente desfasados). Ante esta situación, la
universidad y el gobierno –que se suma ahora– proponen la renovación. En
consonancia, nuestro conde opina: «El
empresario está mal acostumbrado y no tiene que llamar al Gobierno para
rehabilitar sus negocios». Se permite estas palabras ya que –como él mismo ha lamentado–
no ha invertido en edificaciones turísticas. Vamos, que de visionario poco,
como algunos medios lo tildan. En los periódicos canarios, en lo poco que se
publica, se sigue a raja tabla la hagiografía del gran Conde, el que quiso
urbanizar las dunas de Maspalomas en algún momento dado, el que se lamenta por
la “perdida” de 500 fanegadas al declarárseles suelo protegido; idealización paralela
a la del modelo turístico. Este modelo nos lleva a
pensar que la defensa institucional actual del ecosistema es debida
exclusivamente a que su extinción significaría el fin del negocio.
Hasta ahora
la alternativa al desgaste turístico ha sido ampliación y más construcción, esta
vez con hoteles de cinco estrellas -tampoco son bobos-. ¿Pero será esta la solución
para el ciudadano de a pie? Para empezar, trabajar
en estos glamurosos hoteles no es tan
bonito ni profesional como pudiera pensarse uno; la diferencia entre “tener”
estudios y no tenerlos cada vez es más laxa. Si comienzas a trabajar en turismo
mentalízate para trabajos manuales y espaldares,
a no ser que tengas ciertas influencias. Uno de mis citados amigos,
precisamente criticaba que para qué tantos conocimientos teóricos, de modelos,
de dirección, de planificación… para luego acabar haciendo camas u otro desempeño
similar en las prácticas universitarias. Otro alumno, de un máster turístico,
se quejaba que sus prácticas consistían en fotocopias y café. Por otro lado, para ascender, ya se puede imaginar usted: tampoco lo más
importante es el conocimiento que podamos poseer, sino nuestra “adecuación” al
sistema, tras soportar años y años de trabajo.
Una vez que estemos en
un cargo directivo deberemos estar imbuidos e infundir la línea ideológica de
la empresa -la cultura de empresa que le llaman-, en condiciones laborales como:
cobro en negro íntegro o parcial, donde la propina y el sobresueldo son armas
de doble filo; violación constante del reglamento horario, trabajar sin 12
horas de descanso (un amigo me comentaba que en un hotel de una cadena
“canaria” hasta se normalizó salir de trabajar a las 01:00 para volver a las
06:00 con la excusa de cambio de cuadrante); trabajar gratis, es decir:
obligatorio quedarse hasta que se “cierre el turno”, si se trabaja más tiempo son
cosas del oficio, así hablan de jornadas de hasta 13 horas seguidas en hoteles
de 5 estrellas. Casos de coerción diaria por parte del supervisor: “Quien no
quiera trabajar de más a la espera hay tochos de currículos de gente que quiere trabajar. Incumplimiento
soterrado de los 48 días de vacaciones por convenio…
Se podrá argumentar que
es una visión muy pesimista, pero estos casos no son atípicos y se trata de
señalar una problemática. La hostelería es un mundo de vicios, vicios para
poder soportar estas condiciones laborales. Así es corriente al finalizar el trabajo que trabajadores se
embriaguen y droguen para evadirse y entregarse a la noche. Trabajo, fiesta y
dormir; hay que andarse con cuidado para no caer en tal dinámica
autodestructiva. Pero bueno… toca aguantarse: «Hay tanto paro en las islas Canarias».
Consuelo de tontos pensar que en la Península no andan mucho mejor.
Para ser fiel a la
verdad, no todo ha sido negativo, en los últimos años nos hemos equiparado en
muchos aspectos a la bella Europa, sin
embargo ahora se terminan nuestras vanas ilusiones en convertirnos en europeos,
en ricos. ¿Seremos realmente parte de
Europa? ¿O nos definimos mejor como una neocolonia turística europea?
Bienaventuradas, afortunadas… ¿mitos o verdad? Lo que está claro que alguien
está haciendo un lucrativo negocio en Canarias y no es el canario de a pie. Eso
sí, al menos, la UE ha aportado ingentes cantidades de dinero a Canarias como
zona “subdesarrollada” dentro de la Unión. Pero el retraso social canario no ha
disminuido, ¿qué objetivos se perseguían con estos fondos? Gracias a estos
ingresos determinadas empresas y colectivos se han forrado, el gobierno canario
ha podido argüir triunfos políticos: contamos con infraestructuras modernas y
con la “ayuda” a la agricultura canaria. Bendita UE y benditos turistas. Los
que se quedan a vivir aquí, bienvenidos sean; que las zonas turísticas canarias
sean colonias económicas, no hay problema; en cambio, rechazamos a la
inmigración económica sudamericana, africana y ahora china. Esos tienen mala
prensa. Mientras, los turoperadores europeos hasta calles tienen con su nombre
en el sur canario. ¿Se imaginan una calle principal con nombre de una empresa
china?
El turismo no es un
maná, no es un bien o don que se recibe gratuitamente y de modo inesperado. El
turismo canario ha sido trabajado por los canarios con su sudor y buen hacer: a
pesar de nuestra humildad e ignorancia. A la par los ingentes beneficios
capitalistas se van para unas pocas familias en Mallorca, Alemania, Cataluña,
Escandinavia y también a Canarias, no es cuestión de banderas. La cuestión se
asemeja más a la lucha de clases y la necesidad de despertar del pueblo, en
este caso de descubrir que este modelo no nos sirve a la mayoría. Fíjense que no
vemos ni lo evidente, hay 300.000 parados en Canarias, algo habrá que cambiar
aquí. Y algo gordo. Mientras tanto mis amigos se van yendo y otros comienzan a hablar
de petróleo…
(1) Se denomina como especialización económica o mal del holandés, a aquella situación en la que la periferia se especializa tanto en un solo sector, el cual le da grandes beneficios, que se distorsiona la economía, porque se olvida del resto de sectores. La población que queda al margen de este sector se queda en niveles de subsistencia.
(1) Se denomina como especialización económica o mal del holandés, a aquella situación en la que la periferia se especializa tanto en un solo sector, el cual le da grandes beneficios, que se distorsiona la economía, porque se olvida del resto de sectores. La población que queda al margen de este sector se queda en niveles de subsistencia.
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